LOS VIAJES DE PAUL GAUGUIN
Gauguin realizó numerosos viajes a lo largo de su vida, los cuales desempeñaron un papel crucial en su obra artística. Marcando una ruptura con el naturalismo europeo y una inmersión en las culturas exóticas de Oceanía y América del sur, esto le sirvió para transformar su estilo y temática. A lo largo de su carrera artística reflejó su búsqueda del paraíso espiritual y su visión utópica de la realidad, dando lugar a obras simbolistas e innovadoras.
Paul Gauguin nació en París el 7 de junio de 1848, una época muy convulsa a nivel político en Francia. Ese mismo año sucedió la Revolución de febrero, que finalizó con la caída de la Monarquía y el establecimiento de la Segunda República, previa al golpe de estado de Luis Napoleón, en el que se promulgaron leyes contra la libertad de prensa.
Esta situación complicó la estancia de la familia de Gauguin en París, su padre fue un periodista republicano y su madre tenía familiares en Lima, por lo que decidieron emigrar a Perú. Autorretrato con sombrero de 1892.
La vida de Gauguin estuvo desde siempre marcada por los viajes, tras la muerte de su padre, volvió a Francia con el resto de su familia. Se enroló en la marina mercante viajando así a Río de Janeiro, América del Sur, las islas de Oceanía, la India o Noruega.
Gauguin comenzó a dedicarse a la pintura en el año 1873, viviendo así una doble vida, como comisionista aburguesado que se relacionaba con banqueros y como artista que frecuentaba el café La nouvelle Athénes donde se reunían artistas impresionistas como Manet o Pissarro. El hundimiento de la bolsa le hizo perder su empleo y de ahí en adelante decidió dedicarse exclusivamente a la pintura.
Uno de los primeros viajes que realiza será a la isla francesa de Martinica, donde inicia su obra artística oficialmente. Al principio sus pinturas son más cercanas al movimiento impresionista pero siempre otorgando su estilo personal.
Un estilo imprescindible para entender las vanguardias artísticas como el fauvismo y el expresionismo, con un constante rechazo a las normas y al academicismo. En su obra Vegetación tropical de 1887 elimina la profundidad del cuadro, pintando a base de capas de pintura al modo impresionista, creando esa ruptura con la representación pictórica canónica. En esta primera obra presenta un paisaje exótico, alejado de la ciudad y de la modernidad europea.
El año 1888 fue decisivo para su pintura, comenzaba a forjar su mito de artista y hombre salvaje. En una de las cartas que envía a su mujer refiere: “Desde mi partida, a fin de conservar mis fuerzas morales, he cerrado poco a poco el corazón sensible.
He de recordarte que hay dos naturalezas en mí: la india y la sensitiva. La sensitiva ha desaparecido, lo que permite a la india marchar recto y con firmeza”. Esto pudo significar un acercamiento al mundo rural, al primitivismo y a la espiritualidad religiosa, vinculada con su rechazo a los procesos industriales de las ciudades y de la “civilización” moderna.
Volviendo a Europa destacan los veranos que pasa en Pont-Aven, una localidad bretona a la que acudían los pintores para buscar inspiración. De esta época podemos destacar obras tan interesantes como Visión después del sermón y El cristo amarillo, donde podemos observar una ruptura definitiva con el impresionismo y con la formación naturalista, acercándose al cloisonnisme, un estilo desarrollado por Emile Bernard inspirado en la estampa japonesa. Ambas recurren a temas religiosos y en ellas los colores, muy llamativos, se extienden en áreas amplias, cerradas por contornos simplificados, lo que provoca un aislamiento de las figuras sobre el plano.
En Visión después del sermón se representa una aparición: tras escuchar la homilía del sacerdote, las supersticiosas bretonas asisten al combate bíblico entre Jacob y el ángel. Este tema no expresa la devoción de Gauguin, sino el triunfo de la imaginación sobre el naturalismo.
Esta imaginación se representa mediante la desproporción entre las mujeres que encontramos en primer término y la escena de la lucha. Las dos escenas se encuentran divididas por el árbol en diagonal, lo que para Gauguin representaba la oposición simbólica entre la realidad aquí y la visión de allí, lo natural y lo sobrenatural.
Junto a Emile Bernard desarrolló el movimiento del sintetismo, que se podría considerar una evolución del cloisonismo, congregando a pintores como Paul Sérusier y Charles Laval. Este movimiento quedó insertado dentro del simbolismo, estos artistas buscaban sintetizar tres características: la apariencia exterior de las formas naturales, los sentimientos del artista acerca del objeto y la pureza de las consideraciones estéticas de la línea, el color y la forma.
Maurice Denis aunó los objetivos de este movimiento: “es bueno recordar que una pintura, antes de ser un caballo de batalla, una mujer desnuda o alguna otra cosa es, esencialmente, una superficie plana cubierta con colores conjuntados en un cierto orden”. Además de las de Gauguin encontramos grandes obras sintetistas como El talismán de Paul Sérusier de 1888.
La Exposición Universal de París del año 1889 le sirvió a Gauguin para redescubrir la fascinación por el arte y la cultura oriental que había desarrollado en sus viajes. El poco éxito que estaba teniendo su obra en París, las desavenencias con el grupo impresionista y la pérdida de Théo y Vincent van Gogh, le llevaron a tomar la decisión de marcharse a Tahití, donde creyó encontrar el paraíso perdido. Antes de marcharse escribió a su mujer:
“Ojalá llegue el día (y acaso muy pronto) en que iré a desaparecer en los bosques en una isla de Oceanía, a vivir allí de éxtasis, de calma y de arte”.
Para desilusión de Gauguin, Papeete, la capital de Tahití, no era la ciudad pintoresca que esperaba, sino que era semejante a Europa, incluso se refirió a ella como una caricatura grotesca de Europa.
Papeete era una colonia francesa que estaba bajo los designios de las misiones religiosas y los funcionarios colonos. En otoño de 1891 se traslada con su amante Tití a Mataiea, una aldea entre las montañas y la playa que sí fascinó a Gauguin. De este momento cabe destacar la obra de Manao tupapau de 1892.
El título Manao tupapau significa pensamiento y aparecido, al que Gauguin le atribuye un sentido más complejo: “ella piensa o cree en el aparecido tupapau (espíritu de los muertos)” o “el aparecido vigila sobre su descanso”. Podemos ver en esta obra que sigue la vertiente religiosa o mística de la época bretona, integrando en sus obras una parte real y otra espiritual o lo natural y lo sobrenatural. Esta obra mantiene la técnica de cuadro dentro de cuadro, cuyo marco divide la escena real de la irreal.
Existen varias interpretaciones sobre esta obra, Gauguin en “Noa Noa”, el libro que escribió para facilitar la comprensión de sus obras tahitianas, relata que un día al regresar a casa encontró a su amante acostada, desnuda, mirándole aterrada y sin reconocerle, pensó que le había confundido con un tupapau, un demonio o espectro creado por las leyendas de Mataiea.
Otra interpretación la podemos encontrar en una de las cartas que escribió Gauguin a su mujer, refiere que comenzó pintando un desnudo pero que para evitar connotaciones sexuales o indecentes añadió ese gesto de terror, y para justificar esta expresión añadió el espíritu de los muertos como una mujer encapuchada.
Destaca el fuerte contraste entre el desnudo modelado y tangible frente a la figura del fantasma que casi podría parecer un papel pintado, como una silueta plana de color. En este “cuadro dentro de cuadro” el marco es el poste con dibujos ornamentales, las flores de la pared indican que el espectro vigila o piensa en la mujer. Pero esta idea de marco se ve desbordada por la mano del tupapau que sale del plano, como buscando atrapar a su presa.
Los viajes que realizó Gauguin a lo largo de su vida sirvieron para redefinir su estilo artístico además de explorar temáticas y simbolismos que fusionaron su mundo interior con las culturas que conoció. Las obras analizadas no solo reflejan el diálogo entre lo occidental y lo oriental, sino que también revelan las inquietudes espirituales que lo impulsaron a abandonar su vida europea.
Sin embargo, estas obras son solo un pequeño acercamiento a la vasta producción de Gauguin durante sus años en Tahití y otros lugares. Su obra continuó desarrollándose mediante la exploración de sus experiencias en estas tierras, tanto artísticas como personales. Por lo tanto, en un próximo artículo, profundizaremos en las obras que Gauguin desarrolló en las últimas décadas de su vida.
Una respuesta a «Los viajes de Gauguin. Parte 1»
[…] su estancia en Bretaña y su primera estancia en Tahití en la primera parte de este artículo LOS VIAJES DE GAUGUIN, es momento de seguir el rastro que lo llevaría hacia tierras todavía más lejanas. En estos […]