COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE CRISTO DE LA MISERICORDIA
CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO
Si pensamos en Sevilla, no tardaremos en darnos cuenta de que lo asociado a esta ciudad tiene que ver con el Arte. Y mucho.
Sevilla es la ciudad del Arte. Cuna de magníficos autores como Diego Velázquez, Bartolomé Esteban Murillo o Juan de Valdés Leal. Pero también de literatos como Gustavo Adolfo Bécquer o Antonio Machado. De bailaores. De Farruco y de Ruiz Soler. Y de artistas en mayúsculas, como Paco de Lucía o Rocío Jurado, la más grande.
Exceptuando a Velázquez y sus andaduras en la Corte Española, el resto de pintores y la mayoría de artistas mencionados nacen y mueren en Sevilla.
¿Por qué en Sevilla? ¿Qué tienen esas calles de adoquines, colores e irregularidades? ¿Qué tiene ese viento moreno andaluz?
Eso mismo, queridos lectores, es lo que tratamos de entender los historiadores del Arte y en suma, el mundo entero. Pero quizás el no saberlo es lo que nos mantiene en vilo, en tensión. Y nos hace regresar a la capital andaluza una y otra vez. Porque nunca es suficiente Sevilla.
Esta ciudad, ha sido históricamente vinculada a la religión católica. Ya que la devoción de esta ciudad viene intrínseca en los azulejos de las casas, los entornos en los locales y en los mismos humanos que se exponen -en su mayoría- como fieles seguidores de dicha religión. Incluso devotos.
Así, la imaginería sevillana es uno de los ambientes más transitados en el Barroco español, y esto es algo de lo que debemos sentirnos orgullosos independientemente de nuestras tendencias religiosas. Hay que admirar la belleza y el detalle de la imaginería, en su inmensa mayoría cristiana.
Asaltando esta línea contextualizada, resuenan ecos por las calles Pureza y Laraña. Esos ecos nos susurran nombres, nombres de escultores. De artistas. De andaluces; Juan Martínez Montañés y Pedro Roldán.
Y es precisamente a Don Pedro Roldán donde queríamos llegar con esta sentida introducción.
Pedro Roldán será el noveno hijo de la familia Roldán de Fresneda. Su padre, carpintero de oficio, desplazando a la numerosa familia a Sevilla por un encargo, descubrirá a los prematuros ojos de Pedro Roldán la ciudad de Sevilla y con ello el arte sevillano.
A su vez, conforme se desarrolla la vida de este, nuestro escultor protagonista, se repetirá la historia. Ya que Pedro Roldán fue el padre y maestro de Luisa Roldán, conocida como ‘La Roldana’, aunque preferimos denominar a Luisa como la primera escultora de la que tenemos pruebas en España.
La imaginería y el cincel serán inquebrantables en esta saga casi dinástica. Dejándonos para la posteridad obras esenciales para entender el Barroco español, más concretamente andaluz y mucho más preciso, sevillano.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
Claro que esta escultura nace de la mano de un encargo. Un encargo para la parroquia del Sagrario de Sevilla. Parroquia que ha sido casa y albergue de uno de los mejores ejemplos escultóricos de Roldán.
Remontándonos a la parte más técnica, Pedro Roldán había sido popular en el siglo XVII debido a su peculiar y novedosa técnica escultórica, en la que empleaba la madera como material principal.
Además, la policromía no es únicamente fruto de las diferentes restauraciones a la que este yacente Jesucristo ha sido sometido, pues según los esquemas de la figura en su deterioro, consta que han continuado manteniendo los ejemplos de pigmentos naturales en dicha composición.
Y es que si en algo se caracteriza Sevilla… es en la conservación de su patrimonio histórico-cristiano.
El detallismo de la figura, narra una de nuestras escenas favoritas. El Santo Entierro. Pero la manera de ejecutar el rostro sereno, confidente, hermético de Cristo, desvela las miradas de los atónitos y espabilados. Hay algo en esta escultura que posiciona una mirada, un claro sobre el que la admira. A pesar de tener los ojos cerrados.
Las heridas del costado, la sangre seca tras el retiro de la Corona de Espinas, tras una pasión alentadora de una salvación común, son representadas con esmero y paciencia. Paciencia que divide al espectador entre la ternura y el dolor.
Un dolor que se vuelve nuestro, una mano que en simbologías cristianas se debate entre la esperanza y la amargura. Como siempre ha sido.
Todo nos lleva a que Pedro Roldán fue un escultor empático. Capaz de gestionar sus emociones pero también de verterlas en Cristo. En su escultura. Que no es más que un reflejo de lo que él mismo era. Uno mismo con Jesús.
Juan 15:4-5
«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.»
Esta sentencia anuncia y reflexiona sobre la unión vital y orgánica de Jesucristo con sus fieles seguidores. Sentencia, que por seguro hubo entendido Pedro Roldán para realizar este volumen barroco. Entregando toda su diligencia en esta y otras esculturas.
Roldán terminó su escultura en 1673. Y el paso de los tiempos, hace daño a sujetos y objetos, a emisores y remitentes. Claro está.
Hace poco más de dos meses se dió por finalizada la ciclópea restauración que ha sufrido esta imagen sevillana. Y es que, expuesta en el retablo barroco de la parroquia del Sagrario, la supremacía del oscuro temporal sobre la claridad cristiana opacó obras como la comentada.
Es por ello que gracias a la Delegación diocesana de Patrimonio Cultural, al frente del cual tendríamos al sacerdote Antonio Rodríguez Babío, ha sido posible estudiar una restauración del retablo completo que ahora, evoca a la ciudad de Sevilla bajo el orgullo de enormes restauradores, que no dejan de ser artistas del gremio de Roldán.
También implicados en esta asombrosa restauración estarían el párroco y mecenas Manuel Cotrino, perteneciente a la misma parroquia en la cual se han llevado a cabo dichas restauraciones y limpiezas. Así como estudiosos y personas relativas al arte de rigor evaluado.
Lo que nos queda en terreno de certeza tras el análisis de esta obra es que Pedro Roldán es inigualable e inimitable en el campo escultórico. Además de tener unas referencias inmejorables -aunque nunca probadas-.
Si Pedro Roldán no observó el estudio anatómico de Miguel Ángel, es que era un verdadero visionario y un talento sin precedentes.
También, el brazo caído, extendido, es imposible que no nos recuerde a La muerte de Marat, de Jacques-Louis David. Quizás, en este impredecible universo de casualidades artísticas, el francés había observado la obra de Pedro Roldán con detenimiento, y quién sabe, con admiración.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
ABC, PASIÓN EN SEVILLA: https://www.abc.es/sevilla/pasionensevilla/noticias-semana-santa-sevilla/cristo-misericordia-s agrario-recupera-esplendor-20240621172251-nts.html
DIARIO DE SEVILLA, NOTICIAS: https://www.diariodesevilla.es/semana_santa/grandes-joyas-imagineria-sevillana-habia-visto_ 0_2000306082.html