COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE VAINA DE ARAUJIA
ANÁLISIS DE LA OBRA
La naturaleza en conjunto o el objeto procedente de ella convertidos en arte, o la captación del arte intrínseco en la naturaleza. A veces cuesta discernir si son dos ámbitos desligados. El trabajo de Imogen Cunningham titulado Botánicas es una incitación para observar el reino vegetal con detenimiento y recreo, incluso con placer.
Aplica un tratamiento de composición que convierte a las plantas en grandes protagonistas, destila una poética inherente a su belleza, propia, en esencia y extraída, como fuente de belleza en sí, sin artificios, emanada como un aroma, pura, que encandila nuestra mirada. Es una acrobacia de elevación del mundo vegetal al orden de lo sublime para los ojos, añadiendo su peculiar forma de mirarlas, sin duda con amor, de analizarlas al detalle, de conocerlas.
Retrata las plantas con el esmero que un botánico se tomaría en describir un nuevo espécimen. Con una perspectiva extrema que es algo muy característico de su estilo. Es en la década de 1920 cuando presenta de forma pionera sus primeras fotografías de motivos botánicos en planos tan cortos.
Una reminiscencia coincidente con una pintora coetánea que también sentía fuerte atracción por las flores, y con la que además comparte nacionalidad, Georgia O´Keeffe. Fue muy consciente de que a veces mirar la realidad requiere de interpretación, para cerciorarse de lo que realmente cada uno ve, lo cual puede igualar a la imaginación en ocasiones, dar lugar a ella.
Las plantas son motivos de belleza presentes en todo cuanto nos envuelve en el día a día, tapizan todo tipo de contextos y atmósferas. Con la salvedad de sus duras pero nefastas competidoras, aquellas de plástico, cada vez más fieles, aunque nunca podrán estar a su nivel, que es el de la primavera.
No necesariamente escoge especies poco conocidas, sino que son plantas en muchas ocasiones sin un exotismo especial, sin un condicionamiento de exclusividad, plantas con las que convivimos. Todo un imaginario al alcance del jardín. Qué se lo digan a Monet. Una belleza que siempre estuvo ahí para ser alambicada por los ojos.
La imagen evoca sensualidad, en connivencia con la iluminación, transmite un paralelismo claro con el órgano sexual femenino, sin necesidad de ahondar en descripciones. Puede entreverse cierta reivindicación de lo femenino por medio de la metáfora visual. Recurso que ya había empleado con otras flores cuyas partes podían recordar anatomías humanas ensartadas en la morfología de sus pétalos, estambres o en el gineceo, como en el caso de su fotografía de la flor del magnolio (1925).
Incluso algunas partes como las hojas de las suculentas recuerdan a fórmulas arquitectónicas. El simbolismo de esta semilla es potente, incluso más allá de la génesis de la vida por medio de la línea germinal, hay una trascendencia metafísica, personal, en torno a su representatividad, es un elogio a la feminidad. Se encuentra cierta similitud referencial en esta obra con respecto a la pintura El origen del mundo de Courbet (1866).
Esta vaina leñosa del fruto de Araujia de superficie surcada está lignificada para la protección del germen máximo de la vida, que son las semillas, se encuentra en el momento de apertura a su destino exterior, dispuesta a perpetuarlas. La superficie interior muestra una trama moteada, y en la parte central un haz apelmazado y bien organizado de semillas que se muestran en la perpendicular central como se van disgregando en la parte inferior.
Esta planta pertenece a la familia Apocynaceae, es originaria de América del Sur y está representada por unas pocas especies. En cuanto a una peculiaridad fisiológica del fruto, se observa una profusión de unas estructuras pomposas adheridas a las semillas, que están diseñadas para su propagación aérea, como también presentan otras especies como el cardo, la cornicabra o el diente de león, apéndices filamentosos denominados vilanos.
En esta fotografía parecen emanar los blancos vilanos de su interior portando las semillas, vertiéndolos en un abismo de profundo negror, para dar lugar a más ejemplares. Nuevas plantas de pequeñas flores que treparan en la vida. Este fruto de Araujia volvió a ser objeto de más tomas fotográficas por su parte, fue en 1953, aún con más aproximación, de primerísimo plano, convirtiéndolo en abstracciones. Aislando la forma, para adentrarnos en su esencia.
Este era uno de sus principios. Testimonio de su relevancia en la disciplina fotográfica es también, anteponiendo su obra a cualquier otra aportación en el arte, su contribución en la fundación junto con el gran paisajista fotográfico Ansel Adams, Edward Weston (a través del cual conoce a Tina Modotti) y Willard Van Dyke el referencial Grupo f/64 (1932), con origen en California.
Pese a la efímera duración del colectivo, un periodo de tan solo dos años, logró trascender en la historia de la fotografía con una gran influencia. Ella por un lado definió a la perfección un estilo muy personal, lo que conlleva que si te encuentras con una obra suya probablemente la identificarías, que es el mayor logro al que puede aspirar un artista, el de crear toda una identidad; lo que en la actualidad se denomina marca personal.
Una fotógrafa licenciada en química. De hecho, presentó una tesis sobre el proceso químico de la fotografía. Esto es prueba una vez más de los nexos o cohabitación entre arte y ciencia, o de personalidades relevantes en el mundo del arte con formación científica, con familiaridad por la ciencia o apasionados por ella. Su vocación científica se denota también en el uso de títulos con nombres científicos.
Se inició en el positivado con los tirajes al platino, hasta conocer en profundidad la técnica del positivado, creando su propio estudio, lo que determinó su preferencia por seguir haciendo copias de sus obras hasta edad avanzada. Sus inicios fotográficos apuntan a 1901, año en que compra una cámara sugerida por la fotógrafa Gertrude Käsebier, una de sus influencias si observamos sus retratos pictorialistas románticos (que emulaban el efecto en estela de los dibujos a carboncillo o tinta); de los que vivía.
Estilo que abandona al entrar en f/64 donde la profusión de detalles, tonos, texturas, claridad y una nitidez reinante redefine un estilo que abrazan incluso algunos pictorialistas como Alfred Stieglitz. Se produce un cambio de corriente o gusto. También sustituyen lo alegórico y simbolista por lo cotidiano y la realidad frecuentemente volcada en la naturaleza.
El nombre de f/64 proviene de la mínima apertura del diafragma que permitían a sus cámaras de gran formato obtener dichos resultados de nitidez y profundidad de campo. Como bien se puede observar en la fotografía de este fruto en donde todo está enfocado.
Cabe destacar que eran defensores de la utilización de métodos puramente fotográficos, sin manipulación, obteniendo imágenes directas, pensadas y trabajadas previamente por los fotógrafos, lo que supone un análisis detenido de construcción de la composición, de selección y maduración de ideas.
Además, su obra se arraiga en la luz natural. Inicialmente también realiza estudios de figuras, de hecho, los desnudos del que fue su marido (el fotograbador Roi Partridge) constan como uno de los primeros de esta naturaleza tomados al aire libre; también son novedosos los retratos a embarazadas en ese tiempo en la cultura estadounidense, como los llamados Desnudo de embarazada, Happy Valley y Happy Valley 2.
Siendo magníficamente irreverente al autorretratarse desnuda, más si cabe, al tratarse de retratos casi siempre tomados por hombres de forma severamente explícita, lo cual hace notar en este caso una sutileza más atractiva, que dota a la escena del cuerpo tendido en la hierba alta de un bonito pictorialismo donde la desnudez se enfoca más exclusivamente en la belleza que en la sexualidad.
Esta fotografía recuerda a una posible pintura de finales del s. XIX. Su objetivo también catalizó la enigmática belleza de Frida Kahlo, siendo de la opinión de que la fotografía era el mejor medio para captar la personalidad.
En 1945 recibió una invitación por parte Ansel Adams, fruto de la admiración que le profesaba (a igual que Edward Weston), para incorporarse al departamento de fotografía de la Escuela de Bellas Artes de California. Admiración que se contagia al profundizar en su archivo. Su nombre, casi anecdótico, Imogen, es el de la heroína de la obra de teatro Cimbelino de Shakespeare, lo cual parece que la ha predispuesto, escogido por su padre que fue el artífice de su incentivación cultural.
Tomó fotografías prácticamente hasta el final de sus días a los 93 años. Al igual que el legado fotográfico de Imogen Cunningham, una oda inmortal, estas palabras son una invitación a la observación de todo lo concerniente a lo vegetal que de algún modo está presente en nuestras vidas.
Para que contemples a estas inadvertidas de vez en cuando, con una cierta frecuencia, con más detenimiento, ya que se produce una ceguera por las plantas, si no quieres perderte el testimonio de una de las bellezas más accesibles de la vida, seguro de que encontrarás destellos y asombros de belleza que tus sentidos agradecerán.
GALERÍA DE IMÁGENES
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
HACKING, Juliet. Fotografía. Toda la historia. Blume, ISBN 9788418459757, 2021.
The George Eastman House Collection. Historia de la fotografía. De 1839 a la actualidad. Taschen, ISBN 978-3-8365-4100-8, 2010.
SOUGEZ, Marie-Loup. Historia de la fotografía. Cuadernos de Arte Cátedra, ISBN 9788437627373, 2020.